Es nuestro deber como futuros docentes plantearnos ¿Para que ser docentes?
En esta sociedad del conocimiento nosotros, los futuros docentes, debemos prepararnos para dar batalla.
¿Porque
dar batalla? Porque las escuelas son lugares de reproducción de
estructuras sociales y está en nuestras manos y en nuestra capacidad
como docentes el terminar con este mecanismo.
Estamos
atravesados por una realidad social que no podemos negar. Debemos tomar
conciencia de su totalidad y evitar la fragmentación. Esa que hace tan
bien a pocos y tan mal a muchos.
No
somos entes aislados de la sociedad, sino que vivimos en constante
relación de correspondencia y determinación. En nuestra sociedad no
existe el individualismo, aunque a simple vista pareciera que somos
solo eso: una sumatoria inconexa de partículas. Lo individual es la
huella en nosotros, del grupo social.
Tenemos
que poder tomar distancia de nuestras prenociones, para que,
objetivamente, veamos lo que está más allá de lo que ven nuestros ojos.
Hoy
nos formamos como futuros educadores de la niñez. Es nuestro deber
imperioso el tomar conciencia de la magnitud que esta pequeña frase
representa. “Docentes de la niñez”.
Cuánta bella responsabilidad que esto implica.
Seamos
generadores y no reproductores de la historia. Ampliemos nuestra
capacidad de visión, para poder percibir la realidad en su totalidad y
objetivamente, para así evitar la desigualdad.
¿Cómo
transformar la escuela moderna concebida hace doscientos años en una
institución que responda a las necesidades de un mundo globalizado, de
una cultura mas mediática, de unos niños que sobre muchas cosas saben
más que nosotros, de un mercado de trabajo flexibilizado cuyas demandas
formativas mutan constantemente? ¿Cómo confiar en el sentido de lo que
enseñamos si las certezas científicas y la confianza ilustrada en el
progreso indefinido del conocimiento están siendo profundamente
cuestionadas?
Los
docentes, cualesquiera sea el nivel o modalidad de enseñanza en la cual
desarrollen su tarea, deben poder comprender e intervenir como sujetos
políticos en el mundo en que viven. La cultura endogámica de las
escuelas y las instituciones de formación no favorecieron la
interacción con otros ámbitos, ni la posibilidad de plantearse
preguntas o ensayar respuestas del más allá espacial y temporal de las
escuelas.
Esto
implica que un desafío para la formación de los docentes es ampliar el
horizonte cultural, prever tiempos y espacios diversos destinados a
recuperar y a resignificar formas abiertas de ver el mundo. Conocer más
de cerca, por ejemplo, los procesos productivos ligados a su tarea
académica, como así también ampliar su rol profesional como respuesta a
la utilización de las tecnologías de la información y comunicación en
el aula y en el ámbito del alumnado.
Podríamos
concluir entonces que elegimos ser docentes para acortar la brecha
existente entre los sujetos y el capital cultural. Para minimizar al
máximo las desigualdades generadoras de excluidos. Sabemos también, que
estas desigualdades NO las crea la escuela, sino el sistema productivo.
Por
eso, como docentes seremos los responsables de generar ciudadanos.
Ciudadanos críticos y analíticos que se solidaricen con los que luchan
políticamente para inscribir, ampliar y profundizar derechos.
Oscilaremos,
en nuestras experiencias, nutriéndonos de diferentes posturas: tanto
radicales como conservadoras, para ejercer nuestra profesión.
Atendiendo siempre a que educar es un acto de profundo amor que combate las ideologías estigmatizadoras del liberalismo que responsabilizan al pobre de su pobreza y al maestro de las injusticias del sistema social.
La vocación de ser maestro sigue creciendo en todos los que amamos la educación como práctica transformadora del mundo.
"NO ES MEJOR MAESTRO EL QUE SABE MÁS, SINO EL QUE MEJOR ENSEÑA"(Vaceli)